En cada hombre existe patente una fuerza oculta, un «Yo» que debe ser descubierto para vivir en plenitud, expresando los poderes internos de la mente y el espíritu, en armonía con la ley universal. Existen factores inevitables en la vida del hombre, y otros que sí pueden ser controlados. Como hijos e hijas de Dios, debemos ser felices buscando el bien para los demás, que es la felicidad verdadera; y no distraernos en la aparente felicidad, que es la adquisición de bienes, poder y riqueza.